Loïe Fuller
Mary Louise Fuller (1862-1928), Loïe
Fuller, fue una bailarina americana que provocó una revolución en el
mundo de la danza y del espectáculo y que sirvió de musa para muchos
artistas. Empezó su carrera como actriz en EEUU. Durante una función,
vestida de una larga camisa de seda, improvisó una serie de movimientos
para interpretar a una joven hipnotizada. El público sorprendido
gritaba: "¡una orquídea!¡una mariposa!", así, de manera casual, nació su
primera coreografía.
Tras un éxito inmediato en su país, se
instaló en Europa, más concretamente en París donde fue contratada por
el Folies Bergère. Se convirtió en una de las artistas de más éxito y
mejor pagadas del mundo del espectáculo. Loïe era una mujer
extraordinariamente inteligente y creativa. Utilizó la iluminación eléctrica como parte esencial de sus escenografías.
Fue una de las primeras bailarinas que
basó casi exclusivamente sus coreografías en los brazos, jugando las
piernas un papel secundario, al contrario de lo que ocurre en el ballet
clásico. Ayudó a su compatriota Isadora Duncan a introducirse en Europa,
siendo las dos muy importantes para el desarrollo de la danza moderna.
Tuvo admiradores y amigos en todos los ámbitos: poetas, arquitectos,
artistas, científicos (los Curie adoraban sus espectáculos),...Uno de
sus grandes amigos fue Auguste Rodin, que le dedicó una preciosa y
sencilla acuarela.
El espectáculo no sólo encandiló al
público, sino también a la vanguardia literaria. Mallarmé se refirió a
ella como "la utopía simbolista". Fue admirada por artistas gráficos como Koloman Moser o Jules Chéret y sirvio como fuente de
inspiración para numerosos artistas plásticos como Henri de
Toulouse-Lautrec quien no escapó del encanto de Loïe Fuller, acostumbrado a
reflejar el movimiento, Toulouse-Lautrec intentó en varias ocasiones
captar la magia de los espectáculos de Fuller.
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